Pete Hegseth, Secretario de Defensa de EE. UU., Enfrenta Controversia por Actividad en Redes Sociales y Manejo de Información Militar
Washington, D.C. – El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se encuentra en el centro de una creciente polémica tras una serie de acciones que han puesto bajo la lupa tanto su papel público como su gestión al frente del Pentágono. Una reciente publicación en redes sociales donde compartió un video de un grupo religioso que defiende la eliminación del derecho al voto de las mujeres y promueve roles de género tradicionales ha despertado fuertes críticas. Paralelamente, se han revelado acusaciones sobre una posible filtración de información militar sensible a través de un chat privado, en el que participaron personas fuera del círculo de seguridad nacional.
La situación se presenta en un momento especialmente delicado, con crecientes tensiones internas en el Departamento de Defensa y cuestionamientos sobre su estilo de liderazgo.
El video que desató la polémica
Hegseth, miembro de la Communion of Reformed Evangelical Churches (CREC), compartió desde su cuenta oficial un video en el cual aparecía el pastor Doug Wilson, cofundador de esta organización religiosa. En dicho material se defendía la supresión del sufragio femenino y se promovía una visión de la sociedad basada en patrones familiares tradicionales.
La publicación, acompañada por la frase “All of Christ for All of Life”, alcanzó miles de reacciones y fue ampliamente compartida, generando un fuerte debate público. Mientras algunos seguidores aplaudieron su postura, sectores religiosos moderados y defensores de derechos civiles consideraron preocupante la promoción de un discurso con raíces en el nacionalismo cristiano.
El líder evangélico progresista Doug Pagitt calificó el hecho de “muy perturbador”, subrayando la inquietud que provoca ver a un alto funcionario enmarcando el debate político desde una visión restrictiva de la ciudadanía y los derechos civiles.
Respuesta del Pentágono y defensores de Hegseth
El portavoz del Departamento de Defensa, Sean Parnell, cerró filas con su jefe, afirmando que Hegseth “es un orgulloso miembro de la CREC” y que valora profundamente las enseñanzas de Doug Wilson, rechazando que se trate de un apoyo explícito a la eliminación del derecho al voto de las mujeres.
Sin embargo, esta no es la primera vez que Hegseth vincula sus responsabilidades institucionales con sus creencias religiosas. A inicios de este año, invitó a su propio pastor a encabezar servicios de oración en el Pentágono, lo que despertó debate sobre la separación entre iglesia y Estado, un principio consagrado en la tradición política estadounidense desde el siglo XVIII.
Filtraciones y acusaciones de manejo indebido de información
Más allá de la controversia religiosa, Hegseth enfrenta un desafío aún mayor: presuntas revelaciones de información militar sensible. Según The New York Times, el Secretario de Defensa habría compartido detalles sobre operaciones, como ataques aéreos en Yemen, en un grupo de mensajería privada llamado “Defense Huddle”.
Ese chat incluía a su esposa, a su hermano y a su abogado personal, ninguno de ellos con autorización de seguridad para manejar información clasificada. La revelación llevó a algunos legisladores a pedir su dimisión, alegando que un descuido de tal magnitud compromete la confianza en la cadena de mando y la integridad de las operaciones militares.
El Pentágono ha desmentido categóricamente el informe, alegando que “ninguna información clasificada fue compartida” y acusando a antiguos colaboradores descontentos de haber promovido un relato exagerado.
Tensiones en el liderazgo del Pentágono
Dentro del propio Departamento de Defensa, diversas fuentes internas han descrito el clima bajo el mando de Hegseth como inestable y caótico. Un exasesor, John Ullyot, aseguró que su gestión se ha caracterizado por la “desorganización” y adelantó que podrían surgir nuevas revelaciones que comprometan su posición.
Entre las decisiones recientes más controvertidas se encuentra la de renombrar un buque de la Marina que llevaba el nombre de Harvey Milk, pionero de la defensa de los derechos de la comunidad LGBTQ+. El cambio fue interpretado como un retroceso en las políticas de inclusión y diversidad dentro de las Fuerzas Armadas.
Entre movilidad militar y órdenes de seguridad
Hegseth también ha recurrido a medidas de seguridad interiores que llaman la atención. Una de las más señaladas fue la autorización para que 2.000 efectivos de la Guardia Nacional portaran armas en Washington, D.C. Esta instrucción encendió el debate sobre el uso de fuerzas militares en un contexto de orden público civil, un asunto históricamente sensible tras episodios como los disturbios de los años 60 o las tensiones en torno a las protestas sociales más recientes.
Además, ordenó la destitución de varios altos cargos, entre ellos el director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, lo que muchos interpretaron como un intento de consolidar control directo en áreas estratégicas del Pentágono.
Contexto histórico de la separación entre fe y autoridad militar
La controversia en torno a los vínculos religiosos de Hegseth se inscribe en una larga historia de debates sobre el papel de la fe en las instituciones estadounidenses. Desde el Tratado de Trípoli de 1797, en el que se afirmaba que el gobierno de Estados Unidos “no estaba de ninguna manera fundado en la religión cristiana”, ha existido un compromiso legal y simbólico con la neutralidad religiosa del Estado.
Si bien presidentes y altos cargos han hecho público su credo personal, el uso de posiciones oficiales para promover ideologías religiosas específicas ha generado tensiones en distintas eras, desde la Guerra Fría hasta las controversias por la presencia de capellanes en operaciones militares internacionales.
Impacto económico y político de la controversia
Aunque pudiera parecer un asunto estrictamente interno, la estabilidad del liderazgo en el Pentágono tiene profundas implicaciones económicas y estratégicas. Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos cuentan con un presupuesto anual superior a los 800.000 millones de dólares, y la credibilidad de sus máximos responsables es un factor clave no solo para la seguridad nacional, sino también para la confianza de los mercados internacionales.
Inversionistas y aliados estratégicos observan con atención la situación, dado que percepciones de inestabilidad en la conducción militar pueden influir en el precio del petróleo, en la política de defensa de la OTAN y en la cooperación con países en zonas de conflicto como Medio Oriente y el Pacífico Sur.
Comparaciones regionales y consecuencias internacionales
En comparación con otros países de Occidente, la controversia subraya una diferencia fundamental: la institucionalidad. Mientras en naciones europeas como Francia la defensa se mantiene estrictamente laica y desvinculada de cualquier credo religioso, en América Latina han existido casos en los que altos mandos han mezclado su vida espiritual con el discurso castrense, generando divisiones políticas.
En el caso estadounidense, la permanencia de debates como los que hoy rodean a Hegseth refleja una tensión más amplia: la coexistencia de una sociedad plural frente a corrientes que promueven visiones religiosas exclusivistas desde posiciones de poder.
Reacciones de la opinión pública
Las redes sociales, epicentro de la controversia, se han inundado de posturas encontradas. Para algunos ciudadanos, las acciones de Hegseth representan una defensa de valores tradicionales. Para otros, constituyen una amenaza directa al principio de igualdad de derechos y un posible riesgo de sectarización en las Fuerzas Armadas.
Organizaciones civiles, como la American Civil Liberties Union (ACLU), han advertido que este tipo de conductas pueden desdibujar las líneas de independencia entre la religión y el Estado, afectando a millones de ciudadanos cuya fe no coincide con la del actual Secretario de Defensa.
Un futuro incierto para el liderazgo de Hegseth
Aunque de momento cuenta con respaldo oficial del Pentágono, la acumulación de críticas —desde el manejo de la comunicación pública hasta las denuncias por filtraciones y la reorganización militar— plantean interrogantes sobre la viabilidad de su continuidad al frente del Departamento de Defensa.
Los próximos meses serán clave no solo para el futuro político de Hegseth, sino para la reputación internacional de Estados Unidos en materia de defensa y transparencia institucional.
La combinación de factores religiosos, de seguridad nacional y de gestión interna convierten este episodio en una prueba de fuego para el vínculo entre democracia, pluralidad y poder militar en la primera potencia mundial.
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