LONDRES, 27 de mayo de 2025 — El gobierno laborista británico enfrenta reacciones encontradas tras el anuncio de sus políticas más recientes, en un contexto de renovados esfuerzos por impulsar el empleo, consolidar acuerdos comerciales y reforzar el control fronterizo. Desde Downing Street se han destacado logros como nuevos tratados comerciales con India, Estados Unidos y la Unión Europea, así como iniciativas para reducir los costos energéticos y crear empleo.

No obstante, la oposición y diversos sectores de la sociedad advierten sobre señales de dificultades económicas. Se ha reportado un aumento del 10% en el desempleo y recortes de personal en grandes empresas como Tesco, Sainsbury’s y Santander. Los críticos atribuyen estos cierres y despidos a las medidas adoptadas en el último presupuesto, que incluye incrementos de impuestos y regulaciones laborales consideradas onerosas por el sector empresarial. “Cada vez que intentan aumentar la recaudación o regular más, las empresas terminan ajustando plantillas o cerrando”, afirmó un portavoz de una asociación empresarial.

El Partido Conservador ha acusado al gobierno de Keir Starmer de romper promesas electorales, especialmente en lo relativo a no aumentar impuestos a los trabajadores y de haber implementado una subida de la contribución nacional, lo que, según análisis independientes, afecta directamente los salarios de la clase trabajadora. Al mismo tiempo, el gobierno insiste en que su agenda busca “reconstruir” el Reino Unido tras años de crisis y austeridad, y resalta el aumento del salario mínimo nacional y la lucha contra la discriminación por edad en el empleo.

En el ámbito migratorio, el gobierno laborista ha endurecido su postura con la aprobación de un proyecto de ley de seguridad fronteriza que profundiza la criminalización de la inmigración irregular y permite la deportación de miles de personas, una medida que ha generado controversia y críticas por parte de activistas de derechos humanos. El propio Partido Laborista, que antes condenaba medidas similares del gobierno conservador, ahora es acusado de hipocresía por mantener disposiciones que limitan las protecciones para víctimas de trata y permiten la detención de menores migrantes no acompañados.

Mientras tanto, en el plano político local, el partido Reform UK, liderado por Nigel Farage, ha aprovechado el descontento social para posicionarse como la principal fuerza en las recientes elecciones municipales, dejando al Partido Laborista en una posición históricamente baja para un partido gobernante. Farage ha prometido recuperar ayudas sociales para conquistar a la clase trabajadora, lo que ha incrementado la presión sobre el gobierno.

En resumen, el gobierno laborista promueve una agenda de reconstrucción nacional, pero enfrenta fuertes críticas por sus consecuencias económicas y sociales, mientras la extrema derecha y la oposición conservadora capitalizan el malestar ciudadano.