Nigerianos enfrentan desafíos económicos y sociales ante reformas y restricciones globales
Lagos, Nigeria – La economía y la sociedad nigeriana atraviesan una etapa crítica marcada por reformas internas, presiones globales y crisis de seguridad. Gobernadores estatales han prometido eliminar bloqueos ilegales y gravámenes en las rutas de suministro de alimentos, una medida destinada a frenar la inflación y mejorar el acceso a productos básicos, en un contexto donde los precios de los alimentos y el transporte han subido drásticamente.
En el ámbito internacional, la reciente imposición de requisitos de visa más estrictos por parte de Emiratos Árabes Unidos —exigiendo a los nigerianos demostrar un historial bancario de $60,000— ha generado críticas y preocupación por la falta de respuesta oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores nigeriano. Estas restricciones reflejan una tendencia global de endurecimiento de políticas migratorias que afecta directamente a la población nigeriana, especialmente a quienes buscan oportunidades laborales en el extranjero.
En el norte del país, la violencia continúa agravando la crisis humanitaria. Ataques perpetrados por militantes islámicos han dejado al menos 218 muertos y más de 6,000 desplazados recientemente, lo que intensifica la preocupación sobre la seguridad y la cobertura mediática de estos hechos. La inseguridad en regiones clave amenaza la producción agrícola y la inversión privada, exacerbando los retos económicos y sociales.
Las reformas económicas implementadas desde 2023, como la eliminación de subsidios al combustible y la liberalización del mercado cambiario, han provocado un aumento de casi 500% en el precio de la gasolina y una depreciación de más del 100% en la moneda nacional. La inflación alcanzó el 34.6% en noviembre de 2024, mientras que la tasa de interés subió del 15.5% al 27.25% en menos de un año, afectando el poder adquisitivo y el nivel de vida de los ciudadanos. El gobierno ha respondido con nuevas políticas fiscales, incluyendo un presupuesto récord para 2025 y programas de transferencias monetarias dirigidos a los más vulnerables, aunque el déficit fiscal y el endeudamiento siguen siendo preocupantes.
En el plano político, el exgobernador Rotimi Amaechi ha generado debate al afirmar que la administración actual ha empeorado la economía respecto a su predecesora, y criticó la aparente pasividad de la sociedad civil para exigir cambios. Además, crece la frustración pública ante la propuesta de una nueva coalición política, con advertencias sobre posibles represalias a quienes se opongan al movimiento.
La migración económica sigue siendo un tema central, ya que muchos nigerianos buscan empleos en el extranjero, incluso en ocupaciones que evitarían en su país, reflejando la falta de oportunidades y el deterioro de las condiciones de vida internas. Analistas advierten que, pese a las reformas, la economía nigeriana enfrenta un futuro incierto, con altos niveles de pobreza, desempleo y desigualdad, y que el éxito de cualquier transformación dependerá de la implementación efectiva de políticas, la mejora de la seguridad y la transparencia gubernamental.