Tensiones internas y críticas públicas sacuden al Partido Republicano en plena ofensiva legislativa
Washington, D.C. – El Partido Republicano enfrenta crecientes divisiones internas y una ola de críticas públicas mientras impulsa su ambiciosa agenda legislativa en el Congreso. Tras la aprobación en la Cámara de Representantes de su “gran y hermoso proyecto de ley”, los legisladores republicanos han encontrado una recepción mucho más hostil entre sus bases y el electorado, especialmente en reuniones públicas donde los votantes expresan preocupación por los recortes a programas sociales y el aumento del déficit federal.
Figuras como el representante Mike Lawler han criticado abiertamente a los líderes del partido por los retrasos en la negociación sobre la deducción de impuestos estatales y locales (SALT), calificando el proceso como un “ejercicio estúpido”. Por su parte, el representante Don Bacon manifestó su frustración ante las demandas de los sectores más radicales, mientras que Chip Roy se opuso a las reuniones a puerta cerrada en el Comité de Reglas, exigiendo mayor transparencia en los procedimientos.
El presupuesto propuesto por los republicanos ha sido duramente cuestionado por incluir recortes a Medicaid y al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), al tiempo que ofrece beneficios fiscales a los sectores más acomodados, lo que ha llevado a acusaciones de priorizar los intereses corporativos por encima del bienestar social. Otras medidas polémicas incluyen la autorización para que empresas petroleras perforen en tierras públicas y la imposición de una moratoria de diez años a regulaciones estatales sobre inteligencia artificial.
En respuesta a las críticas sobre los recortes a Medicaid, líderes republicanos como el exadministrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, Dr. Mehmet Oz, han negado que se vayan a reducir los beneficios del programa. Sin embargo, la senadora Joni Ernst generó indignación al minimizar el impacto de los recortes, declarando: “Bueno, todos vamos a morir”, lo que intensificó las acusaciones de insensibilidad por parte de la oposición.
La presión por aprobar el paquete legislativo antes del receso de verano ha exacerbado las tensiones dentro del partido. Legisladores de distritos competitivos insisten en que no apoyarán ninguna propuesta que reduzca beneficios sociales, mientras que los sectores más conservadores exigen recortes profundos para cumplir con las metas de reducción del gasto y extensión de los recortes fiscales de 2017.
El clima de confrontación se refleja también en la estrategia de los líderes republicanos, quienes han recomendado evitar reuniones presenciales con votantes tras las intensas protestas en asambleas públicas, optando por formatos virtuales para evitar enfrentamientos directos.
En paralelo, la figura del influyente conservador Leonard Leo, vinculado a la Federalist Society, ha sido señalada por aprovechar el respaldo republicano para fortalecer su posición, al tiempo que desafía la agenda de Trump mediante demandas judiciales, evidenciando fracturas en el establishment del partido.
Mientras el Partido Republicano se prepara para sesiones nocturnas y votaciones ajustadas, la combinación de disputas internas y controversias de política pública pone en jaque su unidad y su respaldo popular de cara a las próximas elecciones legislativas.