Mark Zuckerberg, CEO de Meta, enfrenta uno de los juicios más trascendentales para la industria tecnológica global en un tribunal federal de Washington, D.C. El proceso, impulsado por la Comisión Federal de Comercio (FTC), busca que Meta se desprenda de dos de sus activos más valiosos: Instagram y WhatsApp, bajo el argumento de que sus adquisiciones fueron diseñadas para eliminar la competencia y consolidar un monopolio en el sector de redes sociales.
Un juicio que sacude a Silicon Valley
La FTC sostiene que Meta, antes Facebook, adquirió Instagram en 2012 por mil millones de dólares y WhatsApp en 2014 por cerca de 22 mil millones, no solo para expandir su alcance, sino para neutralizar amenazas a su dominio en el mercado. Según la demanda, la estrategia de Meta fue “comprar o enterrar” a los competidores emergentes, impidiendo así el surgimiento de alternativas reales para los usuarios.
En el juicio, la FTC presentó correos electrónicos internos y testimonios que apuntan a que la empresa buscó proteger sus intereses ante el rápido crecimiento de estas plataformas, temiendo que pudieran debilitar el control de Facebook sobre la interacción social digital.
Zuckerberg: entre la defensa y la autocrítica
Vestido con un traje oscuro y corbata azul claro, Mark Zuckerberg subió al estrado y respondió con serenidad a las preguntas de los abogados de la FTC. Admitió que en 2018 consideró seriamente la posibilidad de separar Instagram de Meta debido a la creciente presión regulatoria y el temor a una posible demanda antimonopolio. En un correo de ese año, expresó: “Me pregunto si deberíamos contemplar la drástica medida de escindir Instagram como entidad independiente”.
Durante su testimonio, Zuckerberg defendió las adquisiciones argumentando que Meta añadió un valor significativo a Instagram y WhatsApp, mejorando sus productos y servicios. Reconoció que Instagram tenía una cámara superior a la que Facebook desarrollaba en ese momento, lo que influyó en la decisión de compra. “Construir una nueva aplicación es difícil. Hemos intentado lanzar muchas apps y la mayoría no han tenido éxito”, admitió ante el tribunal.
Sin embargo, evitó responder directamente si la adquisición buscaba eliminar a un competidor, insistiendo en que se trató de una decisión de negocio basada en la calidad técnica y el potencial de crecimiento de Instagram.
La defensa de Meta y el contexto político
Meta sostiene que las adquisiciones fueron aprobadas por los reguladores en su momento y que el mercado actual es altamente competitivo, con rivales como TikTok, YouTube, Snapchat y X (antes Twitter). La defensa argumenta que la FTC está construyendo su caso sobre afirmaciones erróneas y que separar las plataformas dañaría tanto a los consumidores como a la innovación tecnológica.
El caso ocurre en un contexto político complejo, marcado por cambios en la composición de la FTC y un renovado impulso para regular a las grandes tecnológicas en Estados Unidos. La decisión que tome el tribunal podría sentar un precedente histórico y redefinir el poder de las plataformas digitales en la próxima década.
¿Qué está en juego?
Meta obtiene cerca de la mitad de sus ingresos publicitarios en Estados Unidos a través de Instagram, lo que subraya la importancia estratégica de la plataforma para la compañía. Una sentencia desfavorable podría obligar a la empresa a desmembrarse, alterando radicalmente la estructura de uno de los gigantes tecnológicos más influyentes del mundo.
Mientras el juicio avanza, la industria y los usuarios observan atentos, conscientes de que el resultado podría transformar el ecosistema digital y la manera en que interactuamos en línea en América Latina y el resto del mundo.