Satélites Europeos Logran el Primer Eclipse Solar Artificial y Revolucionan la Observación Espacial
Dos satélites europeos han logrado crear el primer eclipse solar artificial en la historia, un hito tecnológico que promete transformar la investigación solar y la exploración espacial. El proyecto, liderado por la Agencia Espacial Europea (ESA) bajo el nombre Proba-3, utiliza una formación de vuelo de precisión nunca antes alcanzada para simular eclipses totales a demanda, permitiendo a los científicos observar la corona solar —la misteriosa atmósfera exterior del Sol— durante horas, algo imposible con los eclipses naturales.
La misión Proba-3 está compuesta por dos pequeños satélites, el Coronagraph y el Occulter, que orbitan la Tierra a una distancia de 150 metros (492 pies) uno del otro. El Occulter bloquea la luz directa del Sol, como lo haría la Luna durante un eclipse natural, mientras que el Coronagraph apunta su telescopio hacia la corona solar para capturar imágenes detalladas. Esta alineación perfecta se mantiene con una precisión de solo un milímetro, gracias a avanzados sistemas de navegación GPS, rastreadores estelares, láseres y enlaces de radio, logrando una coreografía autónoma y prolongada en el espacio.
Desde su lanzamiento en diciembre de 2024, los satélites han producido al menos diez eclipses artificiales durante su fase de pruebas, con el eclipse más largo alcanzando cinco horas de duración. Los científicos esperan lograr hasta seis horas de total oscuridad solar por eclipse una vez que comiencen las observaciones científicas formales en julio. En comparación, un eclipse solar natural ocurre solo una vez cada 18 meses y dura apenas unos minutos.
Las primeras imágenes obtenidas por Proba-3 ya han sido publicadas y muestran la corona solar en diferentes longitudes de onda, revelando detalles inéditos sobre la estructura y dinámica de esta región, clave para comprender fenómenos como el viento solar y las eyecciones de masa coronal. Además, la misión cuenta con una política de datos abiertos, permitiendo que investigadores de todo el mundo descarguen y analicen los resultados en tiempo real.
El éxito de Proba-3 no solo marca un avance científico, sino que también demuestra el potencial de las tecnologías de vuelo en formación para futuras misiones espaciales, abriendo la puerta a nuevas aplicaciones en la observación solar y en la exploración del cosmos.