Gaza enfrenta una crisis de hambruna cada vez más grave en medio del conflicto en curso
Gaza, 28 de julio de 2025 — La Franja de Gaza atraviesa una de las peores crisis humanitarias de su historia reciente. El espectro de la hambruna se cierne sobre una población devastada por la persistencia del conflicto armado, el colapso de los sistemas de salud y la carencia absoluta de alimentos básicos. Los últimos informes señalan que al menos 18 personas han muerto en un solo día debido a la desnutrición aguda, la cifra diaria más alta registrada desde el comienzo de la crisis. Esta situación desesperada coincide con la creciente presión de la comunidad internacional y un consenso en organismos humanitarios: si no se restablece la ayuda, miles podrían perder la vida en las próximas semanas.
Escalada de la hambruna: datos alarmantes y testimonios desgarradores
Las últimas evaluaciones de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) sitúan a todo el territorio gazatí en niveles de inseguridad alimentaria aguda. Aproximadamente 470,000 personas enfrentan hambre catastrófica (Fase 5 IPC), mientras que la mayoría de la población se ve privada de acceso regular a alimentos seguros y nutritivos. El Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que más de 17,000 niños y 71,000 madres requieren tratamiento urgente por desnutrición aguda.
El sonido persistente de sirenas de ambulancia resume la desesperación: hospitales colapsados, personal sanitario exhausto y falta absoluta de suministros. “Las familias en Gaza están muriendo de hambre mientras la comida que necesitan permanece a minutos de distancia, bloqueada en la frontera”, afirmó la directora ejecutiva del WFP, Cindy McCain. Este comentario refleja el consenso de agencias y organizaciones internacionales: el bloqueo sostenido desde marzo impide la entrada de ayuda vital.
Sistema sanitario al borde del colapso y vulnerabilidad infantil
La emergencia alimentaria no solo ha disparado la mortalidad directa por inanición, sino que ha intensificado otras amenazas sanitarias. La desnutrición se asocia con el aumento de enfermedades infecciosas: niños inmunosuprimidos presentan mayores tasas de diarrea, neumonía y sarampión, enfermedades que —en condiciones normales— serían tratables pero que, en la actual coyuntura, pueden resultar mortales.
El Ministerio de Salud gazatí ha registrado la muerte de al menos 57 menores de edad por causas asociadas a la desnutrición desde el inicio del bloqueo. La OMS señala que los niños severamente desnutridos requieren tratamiento especializado para sobrevivir, pero el acceso a atención médica está virtualmente paralizado. Coberturas de vacunación han caído en picada, potabilización de agua y acceso al saneamiento están gravemente limitados, y los riesgos de protección infantil aumentan exponencialmente.
Impacto económico: pérdida de medios de vida y destrucción de infraestructura
La crisis alimentaria en Gaza tiene dimensiones económicas devastadoras. El colapso de la actividad productiva se traduce en la pérdida masiva de empleos y medios de vida, particularmente en la agricultura y la pesca, sectores ya severamente restringidos por bloqueos previos. La dependencia absoluta de la ayuda humanitaria ha hecho que cualquier interrupción —como la registrada entre marzo y mayo, cuando durante 80 días la entrada de suministros fue nula— empuje a la población al borde de la hambruna.
Más allá del hambre inmediata, la destrucción de infraestructuras clave, como plantas potabilizadoras, sistemas de riego y mercados de abasto, compromete la capacidad de recuperación a mediano y largo plazo de la economía local. Informes recientes subrayan que sin el levantamiento de restricciones y la restauración del flujo de asistencias y servicios, es imposible esperar una reactivación económica efectiva.
Comparaciones regionales: Gaza frente a otras crisis alimentarias
El caso de Gaza es particularmente alarmante si se compara con otras emergencias alimentarias recientes en la región. Aunque países como Yemen, Siria y Sudán han experimentado crisis similares por conflictos y bloqueos, el informe anual de la Red Mundial Contra las Crisis Alimentarias (GRFC) situó la situación de la Franja de Gaza en 2024 y 2025 como una de las más severas a nivel mundial.
A diferencia de otras crisis, Gaza está atrapada por una combinación única de violencia periódica, bloqueos fronterizos casi totales y desplazamientos masivos dentro de un territorio extremadamente densamente poblado. La destrucción de tierras agrícolas y la falta de rutas de ayuda internacional generan un aislamiento casi completo, lo que agrava aún más la catástrofe.
Obstáculos a la distribución de ayuda humanitaria
Los sistemas tradicionales de distribución de ayuda han colapsado o se han visto gravemente interrumpidos. Antes del recrudecimiento del conflicto, agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales gestionaban los convoyes de suministros básicos. Desde el endurecimiento del asedio de fronteras, miles de toneladas de alimentos permanecen almacenados en Egipto, incapaces de cruzar hacia Gaza por razones de seguridad y bloqueos políticos.
La creación de nuevas estructuras, como la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), fracasó rápidamente ante la falta de consenso internacional y las críticas por falta de neutralidad. El resultado es la paralización casi total de los mecanismos de asistencia, en un momento en que los expertos advierten que cada día sin ayuda implica más muertes evitables.
Las métricas del hambre: ¿cómo se declara una hambruna?
De acuerdo con el sistema IPC, para que se declare oficialmente una hambruna deben cumplirse tres criterios simultáneos:
- Al menos el 20% de los hogares en “catástrofe”, es decir, en una situación de absoluta carencia de alimentos y malnutrición aguda con mortalidad asociada.
- El 30% de los niños padeciendo desnutrición aguda o emaciación.
- Una tasa de mortalidad diaria de al menos dos adultos por cada 10,000 habitantes por causas no relacionadas con heridas traumáticas.
Gaza se encuentra oficialmente en Fase 4 (“Emergencia”) y cerca de cumplir los criterios para Fase 5 (“Hambruna”). Según estimaciones recientes, casi la mitad de la población experimenta inseguridad alimentaria “de emergencia” y, entre los sectores más vulnerables, miles atraviesan ya situaciones equiparables a la definición técnica de hambruna.
Reacciones públicas y llamado internacional
La población gazatí enfrenta la crisis con dignidad y resistencia, pero también con una creciente sensación de abandono. Imágenes de largas filas frente a centros de reparto, testimonios de familias que pasan días sin apenas comer y relatos de niños recibiendo sólo un mísero trozo de pan ilustran la magnitud del sufrimiento.
El ambiente en las calles está marcado tanto por la ansiedad como por la esperanza de que la presión internacional conduzca a una apertura para la entrada de ayuda. Organizaciones humanitarias insisten en que el tiempo se agota: “No necesitamos esperar una declaración oficial de hambruna para saber que la gente ya está muriendo de hambre”, afirmó el director de la OMS.
Contexto histórico: Gaza y la historia de bloqueos
La Franja de Gaza ha estado bajo diferentes formas de bloqueo desde 2007, con períodos de relajación y endurecimiento dependiendo de la evolución del conflicto regional. Sin embargo, la acumulación de destrucción desde 2023 ha superado cualquier precedente. Más del 90% de la población ha sido desplazada al menos una vez en los últimos dos años, y la infraestructura esencial ha quedado prácticamente inoperativa.
Mientras tanto, intentos internacionales por instalar corredores humanitarios o implementar nuevas modalidades de ayuda se han visto frustrados por la inseguridad continua y la falta de acuerdos políticos.
El futuro inmediato: urgencia de acción coordinada
Sin un cambio radical en el acceso humanitario, organizaciones de referencia advierten que la hambruna podría declararse oficialmente en cuestión de semanas, con un repunte significativo de muertes prevenibles. El WFP y la OMS hacen un llamado unánime: desbloquear la ayuda es ahora una cuestión de vida o muerte para miles de personas.
A medida que la situación se agrava, el mundo contempla con creciente inquietud la suerte de la población gazatí, atrapada entre la violencia, el hambre y la espera angustiosa de una intervención internacional efectiva.